No sé que me gusta más, si el cojín de pepinillo, el de tomate, la salchicha de Frankfurt con el chorrito de mostaza o el sofá/pan propiamente dicho.
Pero de lo que no tengo duda es de lo que me prece feo y lamentable del Sofá de Frankfurt: el precio. Un Frankfurt de 7.100$ (más gastos de envío) es aberrante, por muy sofá que sea.