¿No es maravillosa? Su creador, el ebanista norteamericano Matt Thombson, dice que está inspirada en una máquina de Rube Goldberg, lo que le da un plus de magnificiencia.
Esta silla de madera dispone de un mecanismo que, cuando se activa, pone en marcha un sistema mediante el cual el sujeto sentado disfruta a la vez de tres grandes placeres: Dos manos que le rascan la espalda, un masajeador de cabeza, de esos con alambres, y unas ruedas que le aplican un masaje en las plantas de los pies.
La mala noticia es que se trata de una unidad única, hecha a mano, con lo cual es difícil que podamos hacernos con una para nuestro uso y disfrute.
Qué bueno.
Un mecanismo típicamente renacentista; como aquellos artilugios que desarrolló el español nacido en Cremona, Juanelo Turriano, en la corte de Carlos I en 1556. Artificios de palanca, cuerda y rueda dentada que, homónimamente solidario, bien hubiere funcionado con agua…
Es de fábula o fabuloso y formidable
Pero en vez de música de banjo, bien hubiera ido mejor otra, una sinfonía para cuatro instrumentos de viento, clave bien temperado y laúd o vihuela.
Hala, a mandar
Salud 🙂
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