A los gatos les gusta lamerse, pero hay algo que les gusta aún más: que sea una persona la que les lama. Esto le pasa también algunos humanos varones con la columna vertebral especialmente versátil. Sí, nos referimos a cuestiones sexuales. De hecho, ahora veo que todo esto tiene un trasfondo lúbrico interesante. Sigamos.
Lamer al gato es una buena muestra del amor incondicional que sentimos por nuestra mascota, pero tiene el efecto colateral de que, a la que te descuidas, te has tragado una bola de pelo que luego cuesta horrores de vomitar.
La solución a este problema tiene un nombre: Licki Brush. Un complemento para tu lengua que convierte el acto de lamer al gato en una experiencia mucho más gratificante para las dos partes. De momento es una idea y, por lo que parece, en breve empezarán a buscar financiación para llevarla a término.
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