Un tipo de cuarenta años que se ponga a gritar y a llorar en medio de la calle no conseguirá más que ser arrestado. Su error: no tener treinta y nueve años menos. Si ese fuera el caso, las madres harían cola con los pechos al aire y se pelearían por darle de mamar.
Y es injusto porque siempre se nos dice que no hay edad límite para nada: ni para el amor ni para los juegos ni para aprender a tocar el triángulo. Pero es mentira: para mamar y defecar sobre tu ropa sí hay edad límite (en el caso de la segunda también cuenta la ancianidad, claro.) Y es injusto, repito, porque esas dos cosas son precisamente los dos eventos más placenteros a los que uno puede aspirar. Así que estamos condenados a la infelicidad desde el principio.
Menos mal que en Japón son dados a buscar placeres donde aparentemente no los hay. Hoy toca una muñeca (un busto, más bien) que despide líquido por uno de sus pezones si uno aprieta y masajea el otro. Como podéis ver en el vídeo, es el último grito en las fiestas familiares a pesar de costar cerca de 5.000 euros, un precio acorde al sueño que representa. ¿La queremos para QuelovendanX? Sí ¿La tendremos? Yo sí. Y no soy precisamente de fiestas familiares.
Visto en Sploid
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