Hatoful Boyfriend es un videojuego japonés cuyo objetivo es, bueno, que el jugador ligue con palomas. Sí. Para ello han encontrado una historia sólida donde las haya: la gripe aviar fue algo más que un susto. La raza humana arrasó con todo plumífero pululante que hubiera en las cercanías exceptuando a las palomas, que mutaron, pasaron a tener una inteligencia considerable (no leen a Sartre, pero los Mortadelos gozan de cierto éxito) y acabaron en una guerra de palomas contra humanos sin un resultado claro y una paz incómoda.
Años después, una alumna asiste a una especie de colegio mixto de palomas y humanos (o a lo mejor ella es la única humana, no lo tengo claro). Allí hay un científico loco al que hay que parar y, para llegar a él, el jugador tendrá que coquetear con palomas, llevárselas al nido o pasar una noche romántica cagando sobre catedrales.
En otras palabras, esto es una joya. Todavía no he tenido el placer de jugarlo, pero Víctor Navarro sí y su crónica hace que mire a las palomas de otra forma. Hay un feeling que no había tenido en cuenta hasta ahora.
Visto en Yorokobu
Nicola Tesla estaría encantado.
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