Mujer pariendo un delfín y comiéndoselo: la solución a la hambruna y a las especies en peligro de extinción

Ai Hasegawa imagina un futuro idílico en el que la hambruna ha desaparecido y la especies en peligro de extinción han dejado de estarlo. Su propuesta para llegar allí es, bueno, sencilla: con unos cuantos avances en la biología sintética una mujer podría quedarse embarazada de un delfín, tener el retoño y después comérselo. Ea, todo solucionado.

Bien. No es el futuro que todos teníamos en mente, pero, en fin, si algo he aprendido es que todos los futuros son posibles siempre y cuando no estén caducados. Supongo que Hasegawa ha llevado la idea de autogestión al extremo refranero («yo me lo guiso, yo me lo como») y, desde luego, no queda muy claro cómo una especie en extinción se salva si la propia madre se la come. Pero más allá de algún pequeño desliz el plan es infalible, oiga.

Tan sólo hay algo que me chirría.

Vamos a ver, Hasegama: un hijo no se come así como así. Debe pasar por muchas fases de elaboración y, al final, el menú resultante no merece la pena. Si te vas a comer al vástago querrás comer un buen vástago, así que lo alimentarás con el mejor alpiste, evitarás que sufra situaciones de tensión (los nervios se endurecen y el filete acaba siendo todo cartílago) y tendrás que sacarlo a hacer deporte para que no sea todo grasa.

Estos procesos (fase de nutrición, fase de mantenimiento, fase de endurecimiento) son muy caros, y para conseguir que la relación calidad-precio del producto sea la idónea el chiquillo debería saber a gloria. Y por el olor que desprenden (colonia, sudor o ambos) no creo que compense.

Pero, hey, esto es sólo una opinión. No soy ningún experto en el tema. Tampoco me apetece serlo, aunque quedarme embarazado de una pizza sería una experiencia por la que pasaría gustoso. Y, como soy un tipo decente y responsable, esa pizza nacería ya cortada. De nada, mundo.

Visto en Pijama Surf gracias a Bidroid