No existe persona en el mundo que no mire al lienzo tras limpiarse el culo para admirar su obra y deducir cómo está el asunto por esos lares (es lo que se llama Work in progress).
Es curioso, ya que tiene las mismas virtudes que la Polaroid original (es decir, ver la fotografía casi instantáneamente) sin sus defectos: no tienes que agitar el papel higiénico para ver la fotografía. Ésta se desplegará ante ti como un Pollock con una gama de colores limitada a las tonalidades marrones. O amarillas si cuentas con maíz entre tu menú diario.
Lo único malo es que sigue siendo analógico, así que si uno quiere subir la foto a Instagram o compartirla en cualquier red social tiene que crear la fotografía, desplegarla, hacer una foto con el móvil y luego subirla. Pero bueno, nadie dijo que montar una exposición fuera algo sencillo.