Usar el brazo como almohada es el último recurso de la extenuación, al que sólo se recurre en casos de jornadas de trabajo maratonianas frente al ordenador y borracheras descomunales en la barra del bar.
En la mayoría de ocasiones las dos situaciones van unidas y sólo hay una interrupción del sueño, la que nos mueve de forma casi inconsciente de casa al bar. Por análisis como estos sabemos que un velociraptor nunca será un borracho de barra.
Pero el brazo también se duerme, claro, y un dolor lacerante en el brazo no es el mejor despertador para una persona de bien. Por eso la Megalmohada es absolutamente imprescindible. Combina una efectividad asombrosa con la estética del siempre querido Mega Man, algo difícilmente mejorable. Por si todo esto no fuera suficiente, en el precio va incluido el casco, que seguro proporciona sueños mejores que dormir con la cabeza al desnudo.
Lo queréis. Yo también. 61 euros. Las gafas del tipo no están incluidas.
Visto en This is why I’m broke