Es rosa. Todo. Rosa. Las sillas, las mesas, el techo, el suelo, los uniformes, las lámparas. Rosa. El Barbie Cafe de Taiwan ha abierto y ha conseguido hacer del mundo un lugar todavía más inhabitable.
Las camareras están obligadas a llevar todos los complementos de Barbie, la carta de cafés tiene nombres extraños y estoy seguro de que alguno de ellos será rosa. Pero lo más interesante será, como siempre, saber qué hacen los clientes ahí dentro. ¿Qué temas de conversación se darán en el Cafe Barbie? ¿Podrá uno hacer una comparativa entre Sartre y Beckett sin levantar sospechas? ¿Habrá visitas guiadas donde nos enseñen todos los modelos y nos permitan hacer un análisis sociológico del fenómeno a través de los años y su influencia sobre las nuevas viejas juventudes? ¿Tendrán azúcar o se limitarán a la sacarina? ¿Tener azúcar en el Cafe Barbie no sería una contradicción? ¿Aceptarán grupos de octogenarios amantes del orujo y fervientes jugadores del dominó? Ahora estoy seguro de que necesito visitar Taiwan.
Visto en Incredible Things
Es sencillamente «horrorrosa».
Es como abrir el arca de la alianza.
No veo porque llamarle horror si total no es para nosotros, es para niñas.
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