Todos llevamos un percusionista dentro (uno pequeño, claro). Normalmente sale a tamborilear en la barra del bar y se gana la enemistad de todos aquellos que están demasiado ebrios como para siquiera seguir el ritmo. El hecho de golpear un trozo de madera con cierta soltura nos puede llevar a creernos que realmente sabemos hacerlo bien y es sólo cuando nos colocan delante de un set de percusión cuando nos enfrentamos a la terrible realidad. Con la batería pasa más o menos lo mismo, aunque los dedos se suelen llevar la peor parte de nuestra efusión.
Para comprobar cuán difícil es sacar sonidos de una superficie más o menos uniforme tenemos a la gente de Sqwak para hacernos una demostración.
Visto en Silly Internet
cuanto le habran pagado al tipo
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