Jabón de lengua

Hay una clara relación entre la lengua y la higiene. Esto se puede observar con claridad en la mayoría de animales domésticos y en las madres de antaño, que promulgaban aquello de te voy a lavar la boca con jabón cada vez que uno profería una palabra malsonante como endoscopia.

Tener un jabón con forma de lengua en el aseo no va a conseguir que seamos más aseados, todo hay que decirlo, pero podremos, una vez hayamos terminado de comer gambas, hacer que otros nos chupen los dedos en lugar de montar la escenita en la mesa, que a veces el protocolo tiene su parte buena.

Es obra de la artista Denise Mancuso y forma parte de su colección de objetos cotidianos para Halloween. Lo sé, os estáis preguntando si la lengua contiene restos del alma o de la personalidad de alguien, y la respuesta es no. Aunque si la compráis, la usáis y, de la noche a la mañana, comenzáis a emplear la expresión «Elemental, querido Watson», no temáis: el espíritu de Arthur Conan Doyle no está alojado en vuestro interior sin pagar alquiler. Os habría avisado antes; era un tipo muy correcto dentro de lo que cabe. Y nunca escribió esa frase, que yo sepa.

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